martes, 18 de noviembre de 2008

Palabras, palabras...


Que oímos diariamente y pronunciamos, que describen, indican, piden, difaman, insultan, disculpan, ofrecen,.. Somos dados a la palabra pero superficial pues, cuando verdaderamente es de necesidad que aportemos un pensamiento magnífico, enmudecemos.

Lo banal es fácil de pronunciar, lo insulso no pone nada de manifiesto pero de la otra parte, existen pocas cosas de tanta belleza y utilidad como la palabra correctamente dicha en el momento adecuado. Ni una más ni una menos, sin adornos innecesarios ni omisión de aquellos detalles brillantes en ese instante oportuno. Palabras que no son fruto de lo cotidiano o sí lo son; de instantes en los que la tensión exige estar a la altura de las circunstancias.

Solo entonces, cuando aportar ideas o pensamientos no se convierte en algo gratuito o accesorio, cuando es de verdadera necesidad que de la boca fluya una voz sublime y llena de intención, la palabra se transforma en un ente maravilloso que expresa la verdadera valía de aquel de quien proviene.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Primera evaluación

En todos los lugares donde se desarrolla una actividad es necesario, de alguna manera, medir o cuantificar si los resultados de dicha actividad están cumpliendo unas determinadas expectativas. Esto favorece el desarrollo de la misma, porque a un tiempo los resultados son un estímulo y un incentivo para seguir llevando a cabo esa labor.

Desde aquel primer post, a comienzos del pasado año, en el que en una primera reflexión analizábamos los problemas de la falta de criterio hasta hoy, no habíamos hecho ningún parada para hacer una primera evaluación. No se trata de poner nota al trabajo o a las publicaciones; se trata más bien de plantear nuevas lineas temáticas o la posibilidad o los medios para una llevar a cabo una paricipación más activa, por ejemplo. Bien sea a través de otros blogs o el traslado a otro espacio en el que participar sea más sencillo (foros), etc..

Mi intención es abrir líneas de diálogo crítico en torno a esos temas ya que, desde mi punto de vista, es el más enriquecedor y el único verdaderamente capaz de llevar a conclusiones inovadoras e inteligentes.

Espero vuestra participación. Un fuerte abrazo a todos. Juanma.

martes, 28 de octubre de 2008

Un juego de rol



El gracioso, el intelectual, el policia, el guaperas, el padre, la autoridad, el artista,... son algunos de los roles que asumimos diariamente en nuestras vidas. Por lo general no es solamente uno; esto es, por la mañana uno puede ser el policia en un determinado contexto y luego, mas tarde, ese mismo día, ser el padre, el gracioso o el juerguista en otros muy diferentes.

Esta variedad de roles, aunque parece variada, está fuertemente sujeta al contexto. Uno, por ejemplo, no puede pretender asumir el rol de juerguista cuando está de servicio como policía, de la misma manera que cuesta trabajo mostrarse autoritario en el entorno en el que asumimos el rol juerguista. Las personas de nuestros variados entornos conocen, aceptan y presuponen que nuestro comportamiento será de una determinada manera en un determinado contexto o, valga la redundancia, entorno. Por este motivo alterar el rol o la visión que los demás tienen de nosotros mismos es extremadamente complicado.

Por norma general el papel que asumimos en cada una de esas situaciones es de nuestro agrado. Elegimos ser policias, padres, juerguistas y en cada una de esas circunstancias nos encontramos agusto y no deseamos que esa situación se vea alterada. El problema en cuestión surge cuando nos vemos obligados a ocupar ciertos roles que ya no nos son tan apetecibles. Nos convertimos entonces en: el pardillo, el "pringao", el marginado, el "drogata", el débil, el maltratado,... Además esta situación se ve agravada por el hecho de que, efectivamente, cambiar ese estado de las cosas es extremadamente complicado y mucho más en el contexto de esas personas para las que precisamente tomamos ese rol.

La norma general dice que muchas de esas personas que en determinadas circunstancias han asumido un rol negativo tienden a abandonar ese entorno; a marginarse. No obstante, el no hacerles frente tiende a hacer que ese rol se propague a otros de nuestros contextos. La solución, como en muchos casos se pretende, no es traspasar ese rol a otra persona que pudiera ser más débil, "pringao", etc... que nosotros. El primer paso es adquirir esa autoestima y esa seguridad que manifieste una visión positiva y de respeto de nosotros mismos hacia nosostros mismos: no somos pringaos, ni débiles. El segundo paso es transmitir esa seguridad y esa visión a los demás omitiendo el silencio que se produce cuando no somos tratados con respeto y denunciando que, efectivamente, quien nos trata con desprecio no debiera ser admirado, ni los demás debieran ser condescendientes con su actitud. La manifestación de nuestros pensamientos en este sentido, llama la atención al resto sobre este otro determinado tipo de roles, que recurren a estas prácticas de supremacía para reforzar su figura a costa de ensuciar la de los demás. La mejor manera de evitar estas conductas es exigir respeto en el mismo instante en que nos consideramos ofendidos sin que la otra parte muestre su disculpa.

En algunos de nuestros entornos no seremos quizás los más listos, los mas fuertes, agraciados o afortunados; pero ante todo somos personas y en cualquiera de ellos debemos exigir esa porción de respeto que a todos nos corresponde.

viernes, 3 de octubre de 2008

De las manos


Sí, existe mucha emotividad en el mundo, pero de toda ella sólo una parte es verdaderamente magnífica y cuando somos capaces de percibirla, despierta en nosotros una profunda emocionalidad.

Si bien es cierto todo hombre busca en la vida, desde sus comienzos, su propio provecho. Somos egoistas; incluso en el amor de pareja, en esa emoción sobre las que tantas líneas se han escrito, no estamos dispuestos a entregar si no percibimos entrega por parte del otro. No consentimos en perdonar deudas, agravios, desdenes, desprecios,... Todos somos así de implacables. ¿O no?

A vueltas, de nuevo, con nuestro pasado descubrimos una imagen sorprendente. Unas manos que nos han asido, que nos han cuidado, que han derramado sus bienes al insaciable apetito de nuestra educación, de nuestros destinos, que han soportado, en ocasiones, nuestros insultos y desprecios como nadie lo hubiera hecho. Y en todo este proceso, no nos han pedido cuentas, no nos lo han echado en cara, han mantenido esa entrega y esa disponibilidad.

Esta deuda insoportable, sin embargo y de manera extraña, no crea una obligación, como muchos piensan, hacia esas personas a las que debemos todo o, al menos, gran parte de lo que lleguemos a ser en la vida. Por el contrario nos marca un compromiso para con aquellos otros a los que un día debemos llegar a amar de esta misma manera desinteresada y altruista que a nosotros nos han amado.

jueves, 25 de septiembre de 2008

A su debido tiempo


Pocas cosas inducen tanta humildad en el hombre como reencontrarse con su pasado. Las distintas etapas de la vida, todo lo que ya hemos sido y no volveremos a ser, dejan en nosotros sensaciones inconfundibles. De niños soñábamos ser mayores; "la vida es un rollo cuando se es pequeño". Conforme todo avanza, cambia nuestra perspectiva y a la vejez añoramos redescubrir las sensaciones de nuestra juventud.

Algunos afirman que la mejor época de la vida transcurre entre los 30 y los 40. Personalmente, no puedo evitar plantearme por qué muchas personas coinciden en esta afirmación. Creo que en esa época de la vida se da en la mayoría de nosotros una coyuntura especial. En esas edades uno justo tiene la edad con la que desea vivir las cosas que vive en ese momento. Ni mayor ni menor, justo esos años. Otro punto de vista es de la responsabilidad. Esas edades "mágicas" son la época de la vida en la que una persona carga con mayor número de responsabilidades. Nos sentimos útiles, existe una fuerte motivación en ese sentido; somos necesarios para otras personas que dependen de nosotros y sobre las que influimos.

Lo que asombra, de todas formas, es que este punto de vista da a entender que fuera de esos periodos la mayoría de la gente cree que se vive de forma menos plena. De niños pues, la mayoría desearía que el tiempo avanzase rápido hacia ese destino y ya pasado comienzaría el declive y uno viviría constamtemente mirando atrás con melancolia. Personalmente, no creo que la vida deba percibirse desde esa perspectiva.

La falta de plenitud es debida a que asumimos que lo que deseamos vivir no corresponde con la realidad de nuestras circunstancias. Esto ocurriría, por ejemplo, si de niños deseásemos ser mayores. La corrección por tanto parece sencilla: "educar en la temporalidad". Todo tiene su tiempo y cuando uno es niño no debe desear ser mayor, debe de ser curioso, travieso, impulsivo y debe de hacerlo, porque si no lo hace cuando le corresponde estará imcompleto y deseará haberlo hecho. Esta educación en la temporalidad se traspasa a todas las edades de la vida y nos enseña a asumir nuestras circunstancias y vivir las cosas que corresponden a nuestro tiempo con la total plenitud que exige, ser niño, adolescente, joven, etc..

Todo, insisto, tiene su tiempo y tratar de adelantarlo o postergarlo no nos va a hacer más felices; por el contrario nos va a robar preciosas épocas de nuestras vidas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Emocional o racional



Todo el mundo está de acuerdo en que un planteamineto radicalmente posicionado hacia una determinada tendencia no es el más saludable. La cuestión, por tanto, no es discutir si debiesemos ser siempre movidos bien por nuestra razón o bien por nuestras emociones. La verdadera cuestión es: ¿que relación debiera de haber entre ambas?

Hay momentos en los que la emocionalidad fluye de forma natural y sana. Si un domingo por ejemplo el cuerpo nos pide dormir más, ¿por qué no hacerlo?. Uno descansa y se siente reconfortado porque ha hecho justo lo que deseaba. Si por el contrario esta misma circunstancia se presentara un lunes, en el que hay que ir a trabajar, la cosa cambia. En este caso la mayoría de la gente se guiaría de forma racional; venceria el deseo de permanecer en la cama y se levantaría para hacer su trabajo.

Estos casos, que están verdaderamente claros, plantean un equilibrio entre ambos criterios pero dejan una cosa clara: la emocionalidad solo es lícita cuando uno puede permitirse dejarse llevar por ella. Este planteamiento es complicado y requiere de mucha fortaleza moral y experiencia porque implica un análisis profundo y control de las emociones. Ante una situación de pánico, por ejemplo, mantener la cabeza serena para tratar de buscar soluciones sería la mejor opción. Querer, por ejemplo, sin mesura a alguien que nos maltrata y nos desprecia resulta un tanto ilógico. También lo es no arriesgarte a lo que la emocionalidad te dicta y la razón no se opone; estas son sin duda autenticas experiencias emocionales.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Mirar atrás (Letra y música)



Hoy he vuelto a ver,
todo grande y ser,
Pequeño...

Vuelve a parecer,
que a mis ojos todo queda lejos.

(estribillo)

Puede que no
sea mejor vivir siempre tejiendo sueños,
si en realidad
quiero llegar a conquistar deseos.

quiero recordar,
todo lo que quise de verdad
y saber quien soy
y que pervive de mis sueños hoy.

Hoy he vuelto a ser,
voz de mi niñez,
Pequeño...

(estribillo)

Puede que no
sea mejor vivir siempre tejiendo sueños,
si en realidad
quiero llegar a conquistar deseos.

lunes, 11 de agosto de 2008

El camino a la gloria



No creo que nadie hoy ponga en duda los magníficos valores que estimula el deporte olímpico. Si analizásemos en profundidad cada uno de ellos desglosaríamos el secreto de las auténticas satisfacción y realización personal.

El esfuerzo y la entrega como única forma de alcanzar el éxito. Triunfar con dignidad, sin trampas, sin agresión, con honor. Es muy importante tomar conciencia de que en la vida esta es la única forma lícita de hacer las cosas. De todo esto se deriva la constancia, la perpetuación en los buenos hábitos, la autodisciplina y muchas otras cualidades muy importantes, insisto, no sólo en el ámbito deportivo. Por otro lado está el estímulo o la motivación competitiva; aquello que nos empuja a desear ser de los mejores en aquello que es objeto de nuestro esfuerzo. Los logros del "otro" son para nosotros una marca, un listón que superar, un firme deseo de alcanzar esa meta: "si otros lo hicieron con su esfuerzo, yo lo haré". Del otro lado el respeto a lo que otros, una vez más, a través del esfuerzo y sus cualidades han logrado. Admirar el triunfo del otro para honrar nuestros propios éxitos. Por último reconocer que, en última instancia, está el hecho de que cada una de las cosas que consigue el ser humano pertenecen a la humanidad.

El esfuerzo y la entrega, la sana competencia, la admiración, el espíritu de superación, el respeto y, finalmente, la gloria. Estos han de ser el camino y los valores de todo proyecto. Los mejores deportistas, empresarios, estudiosos, políticos y todos cuantos en definitiva hemos elegido nuestro camino, debemos pelear por el oro de nuestro propio sino. El mundo sigue necesitando que seamos los mejores, que alcancemos la gloria.

miércoles, 30 de julio de 2008

Hasta el fondo



De la crisis económica internacional que vivimos surge esta reflexión en torno a la forma en que deberíamos de afrontar las dificultades. Corregir un problema es, en todas las circunstancias, mucho más complejo que limpiar sus efectos o superficialidades. Uno puede, por ejemplo, actuar sobre el precio de los alimentos, rebajarlos, pero entoces el problema estallará por otro lugar distinto en forma de huelga (por unos precios insostenibles) o llevando a la quiebra al estado si es este el que tiene que hacerse cargo de la diferencia. Por otro lado, estaríamos errando seriamente si tratásemos de corregir la anorexia en una persona tratándola exclusivamente en el sentido de corregir una repulsa hacia los alimentos.

Hay que tener habilidad para reaccionar contra los efectos que originan las "irracionalidades" del mundo; pero mucha más hay que tener para llegar al origen del problema y muchísima más para preveerlo y así no tener que hallar solución alguna. El no aprender a mirar más allá del simple efecto facial de las cosas es en todo caso un defecto serio. Volviendo al ejemplo, una persona anoréxica jamás reconocerá que se ve gorda y sólo manifestará que no come porque no tiene hambre o porque no le gusta la comida. Mucho más allá de esa afirmación quizá solo sienta insatisfacción porque todo su problema surge de un comentario o de una insignificancia que ha desembocado en algo serio. Llegar al fondo de la cuestión supone tomarse la molestia de preocuparse por esa persona y poner los medios necesarios. Del mismo modo hay que entender que al igual que los problemas son algo que va gestándose poco a poco, las soluciones tampoco son algo inmediato sino que requieren de un periodo de tiempo similar.

Para resolver un problema, por tanto, hay que identificar las conductas e ideas "irracionales" que han dado origen al mismo y erradicarlas; hay que, como comunmente se dice, "llegar a la raiz del problema". Si toda esta crisis económica la ha originado la escalada de precios del petróleo, debo identificar por qué motivo se ha producido esta circunstancia y erradicarlo. De nada sirve (si queremos volver al estado anterior de las cosas) actuar sobre los efectos a no ser que constituyan en sí mismos un riesgo muy severo. Está claro que no vamos a esperar a solucionar el problema para que la persona anoréxica coma algo (porque quizá muera) pero no podemos dejar de poner énfasis en la verdadera causa de esta situación (que no es la falta de ingesta en sí misma). Así mismo hubiera sido deseable haber detectado el problema en su estado más inicial posible, cuando aún las conductas "irracionales" no están lo suficientemente asentadas o aún mejor haber identificado la idea (por parte del individuo), haber previsto el problema y haberla desechado. Como ocurre con la mayoría de las personas (que deseamos estar delgados, esbeltos,..) normalmente esta idea de dejar de comer es rechazada en pos de una conducta racional (dietas, ejercicio,..).

Las ideas irracionales son el origen de muchos de los procesos "criticos" o de crisis. Se inician con una conducta o una idea insostenible cuyos efectos desembocan en la fatalidad. Que duda cabe que si no se hubiese actuado sobre la causa de la crisis se habría llegado al hundimiento de todo el sistema; ya no sería válido para asegurar alimento y servicios a las personas. No son problemas que surgen de forma inesperada o accidental, son conductas que se perpetúan con el tiempo, que se asientan y para resolverlos de manera completa es necesario llegar hasta el fondo.

viernes, 20 de junio de 2008

El mejor de los mundos


Esta afirmación fue enunciada y justificada por Leibniz. Uno puede estar tentado a pensar que el idealismo más puro rechaza la imperfección que supone el mundo en sí y la manera que tenemos de conocerlo a través de los sentidos. En Leibniz esta perspectiva se da de buces con esta afirmación. La "imperfección" forma parte de la "perfección" porque sin la primera no existiría la segunda. A modo de ejemplo: para experimentar el placer que supone beberse un vaso de agua antes ha de haberse sentido sed. Esta idea no deja de resultar paradójica porque, claro está, la sensación más placentera de satisfacción procede de la mayor de las necesidades.

Cuando el hombre trata de reducir el mundo a lo simple o a lo genial, se estrella en la complejidad que el mundo en sí le devuelve. Esta es la base de la "crítica de la razón pura" de Kant. El hombre no es capaz de explicar el mundo únicamente a través de la razón; necesita la experiencia. Esta dicotomía es, desde mi punto de vista, una aportación fundamental de su filosofía.

La cuestión de los grandes filósofos no es, a mi gusto, interpretar la veracidad de sus trabajos sino comprender sus repercusiones. Platón, Kant, Locke, Rousseau o Nietszche tienen mucho en común. Partiendo de la metafísica alcanzar una visión del mundo que les permite obtener una visión del hombre, que a su vez induce una visión de como éste debiera vivir. Por ejemplo: si consiguiésemos demostrar que dios existe, de esa ida metafísica surgirían entonces otros hilos de pensamiento (como los de San Agustín) que darían lugar a una explicación del mundo (creacionista) y que a su vez induciría una forma de vida (católica). Ésta es la clave y de hecho el gran problema es que los seres humanos no estamos de acuerdo en cuanto a cuál es la metafísica del mundo. El principio es importante y de él Leibniz extrajo uno de los argumentos que utilizó para tratar de demostrar la existencia de Dios (argumento de la causa primera). Todas estas grandes fuentes de pensamiento influyeron en su tiempo de forma muy significativa (hasta el punto que llega a afirmarse que el holocausto, por ejemplo, se sustenta en la filosofía de Nietszche)

¿Cual es la verdad? Esta es la eterna pregunta. Si asumimos que nadie la puede conocer debemos extraer el debate metáfisico a la hora de formarnos una idea del hombre. ¿Por qué estamos aquí? parece una pregunta demasiado importante como para responderla a la primera. ¿Dios nos creo?, ¿somos fruto del azar?, ¿somos sombras en una caverna?, ¿agrupaciones de mónadas?,... Asumamos, como dice Kant, que a falta de experiéncia no podemos alcanzar conclusiones por medio de la razón. Por tanto sólo cabe una realidad razonable: estamos aqui (pienso luego existo, somos sombras, mónadas,...), hay más como nosotros, convivimos, hay necesidades, surgen conflictos y situaciones que afrontar. Sigamos indagando en nuestro origen por si algún día descubrimos que realmente deberíamos matarnos unos a otros para dar sentido a nuestra existencia; pero hoy por hoy la experiencia dice que la cooperación, la toleráncia y la solidaridad son las posturas más razonables. En este sino, por desgracia y en contra de lo que al ser humano más le gusta (la universalidad), debemos admitir que ninguna aseveración es correcta si no va acompañada de la experiencia (de verificar que ello cumple con lo que percibimos). Por este motivo el hombre debe renovar constantemente su criterio mediante el diálogo, la razón y la experiencia.

El mejor de los mundos no creo que justifique el dolor como medio para experimentar el placer que supone no sentir dolor. Tampoco lo imagino bajo la sombra de un ser omnipotente, ni justificado por ideologías basadas en lo absoluto o en lo intangible. Cuando uno tiene hambre no quiere escuchar promesas de futuro ni explicaciones, desea algo que llevarse a la boca. Ésta es la gran imperfección del hombre. Asume que la visión que tiene del mundo es la correcta aun a pesar de que constantemente el mundo le devuelve claros mensajes diciendo "¿desde cuando son así las cosas?". Por esto, no hay que a decantarse hacia ninguna postura política, ideológica o filosófica que no respalde (o tenga como objetivo corresponder) con la experiencia sus afirmaciones. La afirmación "solo han de preocuparnos nuestros asuntos" debe ir respaldada por la circunstancia de que obrar de esa manera me resulte, efectivamanete, más ventajoso que interesarme tambien por los problemas de los demás. Si no es esí como ocurren las cosas, lo que deberíamos plantearnos es que esa idea es en realidad incorrecta en lugar de tratar de imponer a la realidad del mundo el corresponder con nuestras ideas.

Esta es, sin duda, una visión muy práctica de la vida. Hemos de admitir no buscar la universalidad, desechar la idea de asumir una metafísica del mundo en la que no podemos confiar; sobre la que no podemos basar nuestros pensamientos, normas o estilo de vida. No podemos hacer una valoración de las mónadas, la caverna de Platón, la existencia de Dios... porque como concluye Wittgenstein: "De lo que no se puede hablar, hay que callar" y puesto que no se puede hablar de ello, dejemos de poner esas ideas como justificación de nuestros pensamientos o nuestros actos.

martes, 17 de junio de 2008

Sexo, emocionalidad y necesidad

Desde un punto de vista puramente racional, el ser humano ha optado por habitar en sociedades basadas en normas que las regulan. Desde el punto de vista emocional las "normas" o las "directrices" por las que se rige el ser humano no parecen tan claras, definidas ni generalizadas. La psicología ha tratado desde sus inicios de identificar cuáles son (emocional o interiormente hablando) las cosas que nos motivan. Para Freud puramente esta motivación procedia del instinto sexual; todo se reduce al sexo, al deseo carnal. No es dificil interpretar esta visión de la psicología cuando uno se percata de que en la época de Freud, el sexo era algo encuadrado dentro del matrimonio. Se trataba pues de una época puramente emocional; las sensaciones "fuertes" provenían de las miradas furtivas, las cartas de amor, una flor, un simple beso en la mejilla y en definitiva de cosas de las que hoy nos causarían más risa que emoción. El sexo fuera de todo esto era un tabú, algo de lo que no se hablaba, que uno deseaba pero que solo podía imaginar, algo que hace que resulte lógico el hecho de que Freud pensase que todos nuestros pensamientos inconscientes se refieren a él.

Fuera del mecanismo que llevó al padre de la psicología moderna a pensar lo que pensaba, debemos quedarnos con la abstracción que supone el hecho ver el problema desde fuera y con cierta perspectiva. Hoy la situación es la contraria: el sexo es algo accesible desde una edad bien temprana, sin embargo estamos exentos (en algunos casos) de emocionalidad. Es lógico por tanto que autores como Cóleman afirmen que en el terreno psicológico la cuestión de fondo (en vez del sexo) es una cuestión emocional. Yo definitivamente no creo que esa sea la respuesta. Coleman basa sus conclusiones en diversos estudios (al igual que Freud) pero si bien no creo que sirvan para ir más allá que para decir que en nuestro tiempo hay una carencia de emocionalidad y que las personas que están emocionalmente más definidas tienen mayor exíto personal y social. De la misma manera podría Freud afirmar que quien posee una vida sexual satisfactoria es una persona más plena. El hecho de que acierte con un diagnóstico generalizado en la actualidad (al igual que Freud en el suyo), no quita que esa idea vaya a ser siempre válida.

El transfondo de la cuestión es a mi juicio el que propuso Maslow. Lo que mueve al ser humano es la necesidad, la dependencia. En este sentido quizá Freud estuvo más acertado. Las necesidades enfocan nuestros objetivos; desde las más primarias (comer, respirar, el sexo,...) hasta las más complejas (la aceptación social, la emocionalidad,...) según estas se van satisfaciendo por el orden de importancia que cada cual les da (en este punto difiero de su pensamiento pues creo que el ser humano es capaz de modificar la importancia relativa que otorga a sus necesidades). Inteligencia emocional es a mi gusto un término excesivamente idealizado (al igual que afirmar que todo en el hombre se reduce al sexo). Creo que el ser humano, al igual que los animales, persigue la satisfacción de sus necesidades (algunas innatas y otras creadas por él mismo), metas que sin duda alcanzan aquellos que, en todos los sentidos, están mejor preparados.

martes, 10 de junio de 2008

¿Participar o mirar?


La crítica es un producto del conocimiento. Es en numerosas ocasiones fruto de nuestra opinión más que de la evidencia; pero también esa opinión está en cierto modo basada en la experiencia. Por esto, en general, la crítica es constructiva en todo caso ya que sirve para poner de manifiesto facetas de un mismo tema que quizá no se hubieran percibido de otra manera. Si uno tiene una idea pero no la expone al criterio de los demás por miedo a la crítica, la idea muere y pierde todo su valor. Aun los pensamientos equivocados dan pie a otras personas a buscar explicaciones o a modificarlas para dar forma a grandes cosas.

Participar solo reviste un "inconveniente": la curiosidad, la avidez de conocimiento. Uno debe desear saber del mundo, entender como funciona el mundo. Muchos deseamos el fin de la crisis económica, por ejemplo, pero ¿cuántos conocemos o podemos aportar alguna medida para hacerle frente? Solo podemos mirar (o quejarnos). Ese es el peligro que reviste el desconocimiento y es que uno es manipulado porque, a falta de criterio propio, solo puede decidir si confía o no en la opinión de aquellos que sí tienen conocimientos en torno al tema. Si uno no puede participar en un tema que considera importante debería indagar en él, formarse un criterio propio y tratar de ver el problema con otra perspectiva que la de pensar que tarde o temprano todo vuelve a la normalidad porque a veces eso no ocurre.

Mirar no sirve en muchos casos y muchos aspectos. Uno puede postergarlo pero a todos nos llega el momento de "entrar al trapo", de enfrentarnos (desde dentro) a situaciones que nos son desconocidas, situaciones para las que no nos hemos forjado un criterio. Entonces nos convertimos en espectadores de nuestra propia vida y tratamos de obtener opiniones para superar nuestras propias crisis. En esos casos, muchas veces, la decisión final no proviene de nosotros mismos, no hemos llegado a entender nuestros propios problemas.

Poder participar, poder arrojar opiniones propias es un síntoma de salud personal y social, que va más allá de la libertad de expresión (digo esto porque no sirve de nada ser libre para expresarse si no se tiene ninguna opinión que verter). El mundo y las personas necestitamos nuevas opiniones para dar solución a los problemas que padecemos. El mundo, la sociedad, las familia y nosotros mismos necesitamos conozcer a fondo nuestros problemas, conocer cuales son sus causas y ser capaces de opinar en torno a cuáles deben sus soluciones.

Sin duda participar.

martes, 27 de mayo de 2008

¡No me mientas!


Dando vueltas en torno a aquello en lo que nos hemos convertido descubrimos la educación recibida por nuestros padres, las limitaciones "morales" o los tabues que nos impone la sociedad en la que vivimos; pero sobretodo descubrimos nuestra propia aportación para con nosotros mismos.

Este proceso de formación de nuestra forma de percibir el mundo, nuestra sociedad o nuestras creencias, necesita desde sus inicios alimentarse con la verdad, con la más estricta objetividad. Muchos de los problemas, de tantas índoles distintas, que azotan nuestro mundo hoy en día provienen de una educación en la mentira. Alimentar la sana curiosidad de los niños con falsedades tarde o temprano les llevará a la circunstancia de comprobar que aquello que han aprendido no se corresponde con la realidad.

El perjucio de esta circunstancia es innegable. La mentira les merma e incluso perjudica su capacidad de enfrentarse a la realidad, no ya porque sencillamente la desconozcan sino porque además la información que poseen de ella es falsa. Si uno siente que hay algo en sus circunstancias que no va bien quisiera saber de qué se trata para poder asumirlo y/o ponerle remedio en la medida de sus posibilidades; de ninguna manera desearía poseer una información errónea y azotar con palos de ciego a algo que nunca va a ayudar a mejorar las cosas.

La educación en la mentira abre también un proceso de perpetuación porque, a pesar de que uno maneja informaciones falsas, hay personas o colectivos que se obcecan en ellas y no desean de ninguna manera asumir la verdad. De esta manera surge la manipulación y el engaño en sociedades y culturas endogámicas que rechazam sistemáticamente cualquier aseveración que no proceda de ellas mismas. Los niños en estas culturas aprenden mentiras que son compartidas por sus padres y en las que ellos también creen porque a su vez fueron educados en ellas. La perpetuación en la falsedad abre sin duda un peligroso proceso de declive social, porque en ausencia de la verdad la sociedad no es capaz de solucionar las circunstancias adversas de manera efectiva. Solamente es capaz de dar palos de ciego en torno a cosas que, inexplicablemente para ellos, no provocan ningun efecto favorable.

Como conclusión diría que debemos desear conocer la verdad, por dura o cruel que sea, como un principio para hallar soluciones efectivas a los problemas de nuestro tiempo. Mas allá debemos aprender a ofrecer la verdad a nuestros hijos para que tengan sólidas herramientas sobre las que formarse como personas y abordar sus propios problemas. Educar en la verdad no da lugar a controversia sino a una cultura y un conocimiento bien asentado que dota a la persona de un cierto "control" de sí misma y las circunstancias que la rodean.

viernes, 23 de mayo de 2008

Reflexiones en torno a la muerte

Vivimos en una sociedad en la que lo negativo tiende a cubrirse con una manta, tiende a suavizarse. Vivimos en una sociedad, en la que la muerte y las desgracias son vistas como algo que no suele ocurrir delante de nuestras narices, sino a muchos kilómetros de distancia u ocurre pero de forma ocasional. No tenemos que matar directamente para llevarnos un chuletón a la boca, pero sin embargo sentimos cierta lástima, e incluso rabia, por la manera en que el león acaba sin remordimientos con la gacela de apenas unos días de vida.

No estamos acostumbrados a la desgracia a pesar de que, en algunos casos, somos causantes indirectos de que ocurra. Vivimos en una burbuja de "bienestar" que nos aleja de esa visión global de la vida con un principio y un final y que, en muchos casos, nos empuja a seguir un planteamiento equivocado.

La muerte es algo que esporádicamente salpica a algunas personas y altera nuestro entorno pero no "demasiado significativamente". Resulta, a muchos ojos, más un proceso azaroso que algo inevitable; la muerte es para muchos una especie de lotería que cuando te toca pues ahí vas. Olvidamos que la conciencia de que nuestro tiempo es limitado, nos empuja a asumir un plan de vida, a economizar el transcurso de los días y a hallar instantes para que tengan cabida el mayor número de cosas posible.

Pero reflexionar en torno a la muerte nos invita, sobretodo, a ser críticos, a tratar de elegir bien desde el principio; pues nadie quisiera ver que llega el final de sus días habiendo vivido de forma equivocada. Involucrarse en la realidad del ser humano es una manera de seguir manteniendo viva esa conciencia de sentir que uno está haciendo las cosas bien. Vivir en la creencia que aun queda mucho tiempo para alcanzar ese momento, no va a impedir que los dias de inconsecuencia pasen en balde, insulsos, sin disfrute y sin futuro. La muerte debe afrontarse en la vida, no como un truncamiento en nuestra existencia sino como el culmen de nuestros actos. Ni un paso atrás en mi carrera, cada día he de aspirar a ser un poco más de lo que ayer era...

miércoles, 14 de mayo de 2008

¡Ponganse a salvo!


Las obras de arte que se exponen en las grandes pinacotecas de todo el mundo son objetos de culto, pero no son objetos de verdadero deleite artístico. No pueden serlo, porque como media un visitante del museo pasa delante de cada obra una media de 1'7 segundos. Además, en los grandes museos como el Louvre, lienzos como la Monalisa se convierten en iconos que eclipsan a las inumerables obras maestras que se exhiben en él.

No, el arte en los museos escapa de su contexto, y está tan condensado que es como si uno tratase de escuchar cien obras maestras de la música clásica a la vez. Uno acaba tan saturado que termina por perder el gusto y el sentido por lo que observa sin que realmente nada llegue a tocarle verdaderamente.

Un cuadro de Felipe IV de Velazquez, puede admirarse, puede valorarse, pero alcanza todo su sentido colgando del lugar para el que fue creado: las estancias de un palacio. De la misma manera un cuadro religioso, una escultura clásica y todas las obras que se muestran, se tornan en el museo meros objetos históricos pero no verdadero arte. El arte crea otras sensaciones otros sentimientos.

Como un león enjaulado que sólo luce su apariencia, que no transmite el pavor que uno experimentaría si se encontrara con el de frente en mitad de la savanna; así es todo lo artificial que genera el ser humano. Todo vano, todo en lata, entre unos muros, encerrado en un cd, en el ordeador,...: la pintura, la danza, la música clásica,... cuando el verdadero despertar de los sentidos, la verdadera aventura se produce al embeberse y sumergirse y enfrentarse en carne y hueso a la cultura, a la naturaleza, a la realidad,... ¡Ponganse a salvo!

domingo, 11 de mayo de 2008

Revolviéndose en el fango


Es importante tomar conciencia del peligro que reviste asimilar ideas irracionales. Es asimismo importante aprender a descubrirlas y a indagar en los verdaderos motivos que han desembocado en esa situación.
Toda luz que arrojemos sobre ello no hace más que llamar nuestra atención sobre aquellos procesos en los que pequeñas concesiones van dando forma a un problema mayor. Como aquel ojo que Allan Poe aseguraba tan desquiciante que suscitó al protagonista a asesinar a su portador. El corazón delator, el relato de Poe al que aludo, realmente es algo exagerado; pero uno no puede evitar preguntarse cómo se ha llegado eso y volviendo atrás en el tiempo uno descubre la primera vez que aquel hombre experimentó aquel sentimiento y cómo en lugar de remitir comenzó a refrendarse en ello.

Revolviéndose en el fango de ideas absurdas, de ideas ridículas que caen por su propio peso en cuanto las hacemos tema de conversación. Uno trata de indagar mediante qué proceso una persona puede llegar a deformar la realidad de tal manera que aún estándo anoréxica se vea gorda; y vuelve atrás en el tiempo a un determinado momento en que por casualidad descubre una parte de sí que le produce una pequeña sensación de asco. Un pliegue en la tripa cuando está sentada, una pequeña flacidez en alguna parte de su cuerpo,... y lo toca, lo observa, compulsivamente, busca en otras personas como son esas formas, esas texturas... Inconscientemente su mente viaja constantemente a esa visión de sí misma y día tras día el asco aumenta porque cada vez lleva viviendo más tiempo con ese sentimiento. Esa mentira irracional, que nadie confiesa, se convierte en un grave problema nutricional.

Es posible dar explicación a muchos de los problemas que padecemos mediante la existencia de ideas irracionales que dan comienzo a un ciclo de refrendamiento o de perpetuación en ellas. La drogodependencia, caractéres irracionalmente violentos o sumisos, pereza o desánimo, asimilación de determinadas ideologías, hábitos o gustos perjudiciales, aislamiento, ... Conductas que se inician con una sensación o un sentimiento aparentemente inocuo en el que uno continúa revolcándose en lugar de cesar en él.

sábado, 10 de mayo de 2008

Emulando a Russell


Los filósofos (o la filosofía), al igual que muchas otras corrientes de pensamiento, han tratado desde siempre hallar la universalidad en sus razonamientos. Russell, no obstante, escapa como filósofo a la tentación de establecer lo universal en sus ideas. Él no enuncia; él describe, razona, sigue una línea de pensamiento. Realmente lo que el valora (o lo que no desprecia) es el convencimiento que surge, no de lo "absoluto" sino del razonamiento. ¿Es Russell por esto un simple empirista?

Si uno se pone a analizar las diversas teorías que a cerca del mundo han tenido los filosofos a lo largo de la historia, uno se percata de que en todas se alcanzan unas conclusiones cuya creencia roza la experiencia religiosa (la caverna y sus sombras, Pienso luego existo, espíritu de los pueblos, superhombres,...). Russell no obstante se abstiene de formular ninguna teoría acerca del mundo y se posiciona en una ideología mucho más práctica. Su planteamieto es: "Realmente a mi no me importa dar una explicación mística del mundo; a mi lo que me importan son los problemas reales que padece el mundo".

En un cierto momento cayó en mis manos una conversación que mantuvo con un sacerdote a cerca de la existencia de Dios. Yo esperaba grandes cosas de aquella charla, sin embargo tras leer las primeras líneas uno se convence de que lo que pertenece al terreno de la fe no se puede discutir de forma racional (ni siquiera por parte de los grandes pensadores). Lo que sí se puede discutir, y esa es la gran aportación de Russell a la filosofía, son los beneficios o perjuicios reales que el pensamiento de cuialquier tipo ejerce sobre la sociedad.

Creo sinceramente que en este sentido Russell marcó un antes y un después. La filosofía posterior a Bertrand ya no anda en busca de la universalidad sino que discurre en torno a los problemas del mundo de una forma objetiva y casi experimental. No hay una tendencia filosófica a la universalidad; la filosofía parece decirnos ahora que lo absoluto no existe en materia moral. ¿Es esto una puerta abierta al relativismo? Yo creo que no es esta la realidad y Russell así también lo dejaba ver. Hallé esta perspectiva en un prólogo de Savater en el que aseguraba que: "... despues de haber desechado a muchos, Russell aun le seguía siendo útil..."

jueves, 8 de mayo de 2008

Moral basada en la experiencia


Este es un concepto un tanto atípico. Para ubicarlo correctamente me valdré de lo siguiente. La educación que recibe un hijo con respecto a los padres o al mundo, no es tanto verbal como conductual. Esto es, lo que retenemos de nuestros padres no son sus ideas o sus creencias, son aquellas conductas que les han reportado éxito. Nos dejamos llevar por ciertas ideologías o maneras de pensar, adoptamos una cierta moral por el simple hecho de que nuestros allegados “viven” según o gracias a ellas. No se debe, en modo alguno, a que la moral que transmiten tenga un carácter universal o sea completamente verídica; acepto los consejos de otras personas porque les va bien y por ello los considero más valiosos.

La moral asumida y que procede de nuestros padres o de aquellos quienes nos han educado, también está sujeta a los criterios de la autodeterminación. La moral religiosa es cómoda en este sentido y en muchos otros. La cristiana, por ejemplo, comparándola con su visión del matrimonio, una vez que lo aceptas te obliga a amar aunque llegue un día que sientas que ya no estas enamorado. Lo que aquí se defiende no es que uno no sea capaz de amar para siempre, se defiende que uno ame aquello que desea amar. Hay ideas que uno cambia a lo largo de su vida y otras que no; pero aquellas que le obligan a seguir creyendo en ellas conforme adquiere la experiencia suficiente como para vislumbrar que estaba equivocado, le restan felicidad y le amargan. La moral es fruto de la experiencia, debe madurar con la edad, con las vivencias y no morir en la apatía de algo que no le permite ir más allá.

La idea de que las religiones son el continente de los valores positivos es una falacia. Realmente lo que adquiere ese mérito es la experiencia. La fe ciega en la bondad debiera sustituirse por un convencimiento de su necesidad. A la creencia en que los valores positivos me reportarán recompensa debiera superponerse el convencimiento de que los valores positivos producen bienestar. Son conceptos totalmente distintos. La fe se basa en algo establecido en lo que se cree sin certeza de su verdad y el convencimiento en sí es poseer esa experiencia y esa certeza.

La experiencia dicta en cada caso claras pautas de conducta que uno no debe dejar pasar por alto sin analizarlas con detenimiento y curiosidad. El convencimiento que surge posteriormente a ese análisis, establece una moral basada en la certeza del éxito que se derivan de ellas. Así es como todo toma forma y uno alcanza la madurez, no porque se sucedan una serie de acontecimientos en su vida, sino porque el convencimiento y la experiencia le han llevado a ellos. Uno puede tener, por ejemplo, fe en que un cierto ritual puede ayudarle a aprobar un examen, pero lo cierto es que la experiencia dice que tienes más posibilidades de aprobar si has estudiado y llevado la materia al día. Si uno deja pasar los días en la creencia de que realizando el ritual aprobará, seguramente suspenda. La fe puede acertar o no, pero el éxito realmente deriva de una clara interpretación de la experiencia y el convencimiento que surge de ello.

Uno puede confiar a la suerte el hacerse millonario lanzando dados y es posible que lo consiga; es posible que encuentre la felicidad adoptando ciegamente la primera moral que se le ofrece en la vida, o es posible que esa moral le arrastre a una existencia desdichada. También es posible que cuestionándola todas sus conclusiones le devuelvan a ella reforzadas con el convencimiento que, comenzando en una duda, le reafirme en sus creencias; o puede ser que descubra que estaba equivocado. ¿Cómo saberlo? Solamente dudando, solamente aceptando la posibilidad de estar equivocado. Si tengo miedo de afrontar esta empresa será que la experiencia me dicta cosas que la moral me niega; será que estoy cerrando los ojos a la evidencia. Creer ciegamente que el cambio climático no es cierto, seguir conservando las tasas de emisión de gases negando la evidencia no va impedir que las cosas sucedan. Si algo va mal, hay algo que no está bien y si eso son mis creencias, mi moral, de nada sirve negarlo; o soy capaz de aprender de la experiencia o no prosperaré. Este es el gran reto del ser humano: no buscar la universalidad ni el azar que supone elegir sin reflexionar, desmarcarse de lo absoluto y andar siempre alerta de lo que es evidencia y de lo que dicta la sabia voz de la experiencia.

viernes, 25 de abril de 2008

Educación forzosa


Lo primero de todo hemos de tratar de comprender, de converncernos de porqué son necesarios ciertos principios para la convivencia. Tratemos de imaginar una sociedad basada en el desprecio a los demás, en la falta de respeto, de tolerancia, en el egoismo y la incultura. Sería una sociedad completamente indeseable, sólo sus iguales desearían aliarse con ellos y dudo que ni siquiera estuvieran dispuestos a ayudarles en caso de necesidad. No, hemos de estar convencidos de cuales son los verdaderos principios que deben sustentar la convivencia. Aquí hay blanco o negro, el mundo es este sentido no admite un cristal que vea colores distintos: el respeto, la tolerancia, el diálogo, la cultura, la libertad, la igualdad, la solidaridad y lo justo.

Uno puede pasearse a lo largo y ancho del mundo y de la historia y comprender que no es la democracia, no es el sistema político, no son las leyes, las religiones, las personas o las circunstancias las que siguen teniendo vigencia con el paso de los siglos. El cristianismo no existió siempre y desconozco si lo seguirá haciendo, las monarquias, los dictadores, el comunismo, el capitalismo,... No son todas estas cosas lo que pervive a la idea del hombre de una convivencia "ideal". De nuevo surgen el respeto, la tolerancia, el diálogo,.. Aquellos que han puesto estas palabras en su boca con convencimiento han tenido aceptación, han triunfado con sus ideas: Mandela, Gandhi, Luther King,... Lo que ha ocurrido con estos pensadores es que posteriormente la gente ha olvidado que las ideas que se derivan de ese magnánime conjunto de principios tambien tienen una vigencia limitada. Por ejemplo una vez que la raza negra ya goza en Estados Unidos (gracias a Luther King entre otros) de "plena aceptación" en la sociedad ya pensamos que todo está hecho, ya somos tolerantes, justos,... y no, hay muchas otras cuestiones que deben estudiarse bajo este punto de vista. Este es el verdadero legado de etas grandes figuras de la historia; que supieron dar solución a los grandes problemas de su tiempo desde el punto de vista que siempre triunfa: La solidaridad, la igualdad, el respeto, la tolerancia, ... en fin todos estos principios que debiéramos llevar grabados en nuestra conciencia y nuestros actos.

Las leyes se modifican para dar cabida e incluso solución a los problemas de la sociedad. La ley es la palabra que hoy en dia en las sociedades modernas se propone como garante de una convivencia justa. La cuestión que plantearíamos es: ¿verdaderamente es la ley la que garantiza una convivencia "ideal"? De nuevo NO; porque ¿quien conoce la ley a fondo, los procedimientos, los derechos y deberes?, ¿Tiene la ley un brazo tan largo como para abarcar todas las injusticias que se producen en la sociedad?

Lo segundo y la verdadera cuestión es: ¿por qué hacemos ley lo que es un asunto de educación?. La ley existe porque somos maleducados, porque no tenemos claro lo que es el respeto, la tolerancia, la libertad, la solidaridad... La ley es una educación forzosa que intenta vagamente suplir nuestra falta de convencimiento a base de imposición. Llegados a este punto podemos analizar los grandes problemas de la sociedad hoy en día como pueden ser la violencia de género, los accidentes de tráfico, la integración de la mujer en igualdad a la vida laboral, el terrorismo (que proviene principalmente en España de una educación en la mentira histórica y en el odio) y tantos otros problemas que se derivan de nuestra incultura y de una educación carente en estos valores fundamentales para la convivencia. La ley puede hablar pero a quien realmente escuchamos es a nuestra conciencia y ella mueve nuestros actos.

Ya para concluir quiero aclarar que no creo que la ley sea algo malo, son necesarias unas ciertas normas de convivencia en todos los ámbitos en que uno se mueve porque, realmente, en todos los aspectos y en todas las sociedades hay maleducados en estos principios y hay que aportar soluciones (pero siempre desde el punto de vista del respeto, la tolerancia,.. incluso con el que no es respetuoso, tolerante,... por el simple hecho de ser consecuente con los principios en que la sociedad pretende fundamentarse). Hay que tener claro que lo importante no es la ley, son los valores fundamentales que todos debemos reconocer, utilizar en nuestra vida y transmitir a los demás. El convencimiento y no la prohibición es lo que debe ser la base de la convivencia y este pasa por la concienciación, la educación en unos buenos valores vigentes ya desde muchísimo tiempo atrás..

lunes, 21 de abril de 2008

Quiero creer


Produce cierta curiosidad saber porqué las ideologías religiosas huyen del pensamiento crítico. Claro está que los dogmas, en los que dichas ideologias se sustentan, no son objeto de debate porque proceden de un nivel "sobrenatural" cuya aceptación o no depende del interlocutor. No obstante deberíamos tener en mente que, siendo ciertas o falsas, las religiones (o el pensamiento religioso), adquieren opiniones e influyen sobre temas que afectan a la realidad tangible del ser humano y de la sociedad. La cuestión entonces no reside en poner en tela de juicio la existencia o no de tales realidades sobrenaturales sino tratar de discutir o comprender, de forma objetiva, si las conductas o pautas que se proponen son beneficiosas o no. Se trata de intentar argumentar, más allá de las explicaciones religiosas o de fe, nuestras ideas, nuestra forma de vida, dando motivos que se basen en la experiencia o los posibles beneficios de hacer lo que hacemos y pensar como pensamos.

Al poner en tela de jucio, no sólo las ideas derivadas de la fe religiosa sino tambien aquellas que proceden de nosotros mismos; al cuestionarlas, al discutirlas, al convertirlas en tema de opinión salen a flote todos sus defectos y/o virtudes. Podríamos cuestionar el modelo político o social, el familiar,... discutir sus ventajas e inconvenientes, desde la experiencia, desde la voluntad de mejorarlos, de hacerlos más justos e igualitarios, desde el punto de vista de mejorar la convivencia y solventar problemas reales que son los que el mundo sufre en definitiva.

Es posible que más allá de esta vida venga alguna otra, pero estoy seguro de que nadie se aferra a la desgracia en sí misma como instrumento de salvación. La tribulación se manifiesta como consecuencia de la convicción en las ideas y cada ideología, aunque haya sido o sea la más malévola que haya existido, tiene sus "mártires" y sus "santos". No, lo que yo defiendo no es una visión sobrenatural del mundo es una visión argumental; abordarlo no desde la doctrina sino desde la experiencia. Quiero creer que siglos de historia, de profundizar en nuestra naturaleza humana valen para mucho más que para revivir los mismos errores de siempre.

martes, 15 de abril de 2008

Los verbos ensordecidos

¡Vuelve el tiempo, lo vivido!

alejase el desconcierto

en la sordera sumido

¡Para mí, para conmigo!

Y así no olvidar nunca,

pues que mis ojos han visto

los verbos ensordecidos del ejemplo, ¡si!

¡El más soberbio sonido!


Las verdades como templos

Cuanto cae en el olvido

Cuando creemos por cierto

Que somos lo que decimos

Amigo mío lo siento

No recuerdo lo que has dicho.


Sólo puedo vislumbrar

susurros que con el tiempo

No quiero olvidar jamás

¡Oyeron ojos abiertos!

Hastiada atenta mirada

Cuando estirando los dedos

Los introduje en la yaga

Y al tiempo que del ejemplo

Mi conciencia despertaba

Grabáronseme a fuego

recuerdo, amor y palabras…



martes, 8 de abril de 2008

Los límites de la tolerancia

La tolerancia es un problema moral en toda regla. Su presencia esta supeditada al hecho de que el individuo, la sociedad, etc.. sean autodeterminados, esto es, como ya se expuso en anteriores entradas, que por encima de su moral este la capacidad de elegir, que no se trate de morales extremas.

La intolerancia está basada en aquellos aspectos de nuestra moral que no estamos dispuestos a modificar de ninguna manera. Que se produzca o no viene determinado por el choque "cultural" y su solución pasa por replantear aquellos aspectos en los que las morales son extremas, o sea, superponer la autodeterminación.

En un estado idílico de las cosas, el diálogo constructivo sirve para solventar los problemas pero esto no siempre se produce. Algunas de las cuestiones que se planten son: ¿cuáles son los límites de la tolerancia?, ¿el ser tolerante me obliga a serlo tambien con aquellos que no lo son?, ¿que tipo de ideas, morales o doctrinas obstaculizan el idilio?, ¿como se resuelve un conflicto de intolerancia?...

jueves, 3 de abril de 2008

Desnudos


Expuestos por causa de nuestra necedad. Más importante, quizá, que el propio conocimiento es la posesión de una visión crítica. De nada sirve el saber acerca de hechos concretos si no somos capaces de encontrar su aplicación, si no somos capaces de reconocer si es algo que nos beneficia; en definitiva, si no somos capaces de hacer criterio de ello. Mucho más que una emergencia por saber, existe una emergencia por adquirir un criterio, una mirada crítica.

Que la droga es perjudicial, por ejemplo, es algo que hoy día nadie cuestiona. No obstante, si de ese conocimiento no hacemos criterio, no lo convertimos en experiencia, seguimos corriendo riesgo. Tambien en cuestiones políticas, comerciales y muchos tantos otros aspectos, el mundo nos intenta "vender" su manera de ver las cosas, sus productos. Está claro que si desconocemos por completo todo lo que rodea a esas cosas, la elección "correcta" se convierte en una cuestión de azar. Sin embargo su conocimiento tampoco nos garantiza una sabia decisión. Lo que sí nos hace adoptar una elección adecuada es hacerlo según nuestro propio criterio y en eso es en lo que sí hay que poner empeño.

En muchos aspectos de nuestra vida, todos llevamos algún traje nuevo del emperador, vamos desnudos, nos han engañado; ha sido la falta de criterio...

martes, 1 de abril de 2008

Verbo y verso

Burdo afan reune el verbo
que al abrise boca hiere,
más cuando unido va al verso
calumnias, amor y llantos
cubrense con un manto
que conmueve...

lunes, 31 de marzo de 2008

Obras de maestro

Pudiera parecer que el sentido del arte se desvirtúa, que las personas no somos capaces de apreciar lo bello y lo bueno. No es cierto.

Lo que entendemos como arte, como verdadera maestría, no es el fruto solamente de la espontaneidad y el genio. Las autenticas "obras maestras" son fruto de la paciencia y el cultivo de esa brillantez a lo largo del tiempo. Esta es la esencia del verdadero artista.

La genialidad se manifiesta en el continuo desarrollo de la habilidad, dominándola, con paciencia, con gusto, con entrega; profesándole un verdadero amor, reinventandola hasta que se es capaz de jugar con ella, hasta que forma parte de uno mismo. La mente del hombre indaga en una parte del mundo y luego que busca y sondea de mil maneras distintas a cerca de ello, toma forma, lo expresa y en esa forma de expresión se condensan todos esos matices y detalles que componen su obra y cuando llega al final ni él mismo es capaz de atreverse a tocarla.

He aquí la esencia del verdadero arte, que no busca la admiración ni tiene otras pretensiones que las de materializar todo ese conocimiento profundo a través de una habilidad adquirida y trabajada. E = mc² es sublime, es prodigioso, es un David de Miguel Ángel, Chichén Itza, un Rioja, Hamlet, una alfombra de Morón, un fórmula 1, son el fruto de la maestría y la genialidad, de la mano y la experiencia del hombre, de su dedicación plena y su esfuerzo; verdaderas obras de arte.




jueves, 27 de marzo de 2008

Autodeterminación

La autodeterminación es un concepto muy ligado al problema de la elección, pero con una transcendencia mucho mayor. La autodeterminación no es otra cosa que la capacidad de hacer elección . Parece sencillo aunque realmente es algo muy complicado. Autodeterminación no es una sucesión de ideas que cada cual se instruye o asume para sí mismo; es una posición de supremacía con respecto a ellas.

Si indagamos un poco más en este concepto descubriremos que todas las ideologías que se sitúan por encima de la autodeterminación (capacidad de elección) se convierten en extremismos, moralidades extremas. La persona no puede elegir ni modificar sus ideas. Por otro lado la falta de autodeterminación incurre en indeterminación, que no es otra cosa que carecer de criterio.

Todas las situaciones, conflictos, problemas,... que se plantean, humanamente hablando, tienen un transfondo ideológico. En todas ellas un punto de vista se enfrenta a otro que difiere de él. Sin embargo si las ideologías son extremas o están indeterminadas no puede haber solución verbal. Ésta, siempre pasa por un acuerdo, una modificación moral que permita salvar las circunstancias. Es necesario tener las ideas muy claras y estar dispuesto a cambiarlas si ello fuera lo mejor. No puede suceder que, verdaderamente, la ideología sea el problema y este persista porque la moral es extrema.

La autodeterminación es pues un instrumento poderoso pero a su vez peligroso. Es necesario elegir un criterio, una moral de vida; pero no podemos atarnos a una ideología extrema pues nuestros problemas, en ese campo, solo podrán tener un "arreglo", que ni siquiera solución, violento.

lunes, 25 de febrero de 2008

El verbo y el verso

A las dificultades,
Piedras en los caminos,
Llanto amargo del esfuerzo
que no alcanza su cometido,
Derrota, desaliento, destino
Anhelo de triunfo desposeído.
¡No haréis historia conmigo!

Cada instante de pereza,
Amor póstumo, tiempo perdido,
Miseria de la entereza
De hombres arrepentidos
Cuando vuelven sus cabezas
A lo que fuera su sino.
¡No haréis historia conmigo!

Triste afán que no empieza
A recorrer su camino,
Vanos sueños de grandeza
Que habitan en lo dormido
Hasta que el día despierta
Para morir al olvido.
¡No haréis historia conmigo!

Libertad que no acierta
A vivir el albedrío,
Banalizada experiencia,
Fruto amargo y prohibido
Que del árbol de la ciencia
Es arrancado y comido.
¡No haréis historia conmigo!

Un ser sociable

Las habilidades sociales se estimulan en compañía y constituyen una parte esencial en nuestro bienestar psicológico.

Estas habilidades se adquieren desde pequeños; desde los primeros amigos de la infancia. Se cultivan en el juego, en la colaboración, en la comunicación,... y se alimentan del mayor éxito social que se adquiere en su desarrollo.

Sin embargo, hoy en día, los nuevos elementos tecnológicos tienden a actuar de intermediarios en las relaciones. Es menos difícil mandar un "te quiero" por sms que decirlo a la cara; porque decirlo a la cara requiere valor, seguridad en uno mismo y en lo que piensa, requiere un mejor conocimiento de la otra persona y, en definitiva, una mayor madurez.

La introversión, el miedo al fracaso y la inseguridad, se corrigen con elementos que estimulan las habilidades sociales. Si somos capaces de comprender esto, descubriremos porqué el alcohol está presente hoy en día a niveles desorbitados en la mayoría de los encuentros. El alcohol desinhibe y suple de una manera lamentable nuestra falta de sociabilidad.

Las habilidades sociales se construyen a partir del deporte, de una buena conversación con los amigos alrededor de un café o de una caña ¿por qué no?, de muchas maneras distintas... No es tanto vivir al margen del mundo creyendo que todo es malo, sino más bien aprender a utilizar todos los recursos a nuestro alcance de una forma moderada.




miércoles, 20 de febrero de 2008

La naturaleza de lo sencillo

El gusto por lo sencillo es algo un tanto intangible, inapreciable. Se constituye en la sucesión de pequeños placeres (y no en la hartura de uno sólo), que se concatenan formando un todo. A diferencia de nuestras grandes aficiones, nuestro trabajo o quehaceres diarios, estos pequeños placeres no persiguen ningún otro objetivo que el bienestar.
Aprender a reconocerlos es tanto como aprender a valorarlos. El disfrute de una comida que es de nuestro gusto, un café en un bar donde la gente pasa, comenta..., un capricho ocasional, un paseo cotidiano inexcusable, un rato de lectura, un programa que me encanta, ... A cada cual lo suyo.
Todos los momentos de aburrida monotonía debieran estar llenos de pequeños placeres, algunos de los cuales los está descubriendo ahora...

Un Placer.


jueves, 14 de febrero de 2008

Abriendo boca

- ¡Camarero!, ¡Camarero!
- ¿Qué le sirvo?
- Pues..., la verdad..., no lo sé...

El problema de la elección es habitual en nuestras vidas y, en ocasiones, no es tan simple como "lentejas o habichuelas". A pesar de ello todas tienen algo en común: el criterio.

La conversación anterior pone de manifiesto dos deficiencias claras en la capacidad de elección. La primera de ellas es obvia: la falta de criterio. Si no se lo que quiero, difícilmente podré decidir sobre mis apetencias. La segunda es menos obvia y no tiene tanto que ver con uno mismo sino, un poco más, con nuestra actitud hacia el resto. Es importante considerar que nuestras elecciones afectan a los demás y que no tiene sentido intervenir si aún no hemos hecho elección.