martes, 18 de noviembre de 2008

Palabras, palabras...


Que oímos diariamente y pronunciamos, que describen, indican, piden, difaman, insultan, disculpan, ofrecen,.. Somos dados a la palabra pero superficial pues, cuando verdaderamente es de necesidad que aportemos un pensamiento magnífico, enmudecemos.

Lo banal es fácil de pronunciar, lo insulso no pone nada de manifiesto pero de la otra parte, existen pocas cosas de tanta belleza y utilidad como la palabra correctamente dicha en el momento adecuado. Ni una más ni una menos, sin adornos innecesarios ni omisión de aquellos detalles brillantes en ese instante oportuno. Palabras que no son fruto de lo cotidiano o sí lo son; de instantes en los que la tensión exige estar a la altura de las circunstancias.

Solo entonces, cuando aportar ideas o pensamientos no se convierte en algo gratuito o accesorio, cuando es de verdadera necesidad que de la boca fluya una voz sublime y llena de intención, la palabra se transforma en un ente maravilloso que expresa la verdadera valía de aquel de quien proviene.

2 comentarios:

Irilien dijo...

Oo lo tuyo es prosa poética filosófica :D, kién dijo k no tenemos armas? las palabras lo son verdad? se esgrimen con o sin acierto, sanan o hieren..pero nunca habrán heridas abiertas k no puedan sanar al amor del beso de una palabra de justicia, de amor o de perdón. Tan inspirador como siempre ^^

Anónimo dijo...

no tengo palabras.jugon