martes, 6 de diciembre de 2011

Hemos fracasado



Hace tiempo que tengo las mismas ideas pululando en mi cabeza. Ideas emprendedoras, inconformistas, imágenes deseosas de materializarse, de salir de ahí arriba al examen del mundo; a ser minuciosamente destripadas por la devastadora maquinaria de la realidad.

Estamos asustados porque, pensando en el cuento de la lechera, nos vemos tirados en el suelo contemplando como del cántaro roto todo se desparrama y se pierde. Porque ahora, hemos visto (y vemos con frecuencia) como en el camino otros lloran frente al cántaro vacío y sufren por ello los azotes de la vida y ante esta imagen sentimos temor.

Hemos fracasado pero no por haber roto el cántaro, sino porque no hemos enterrado la creencia de que “podemos hipotecarnos hoy por lo que esperamos conseguir mañana”.

jueves, 28 de julio de 2011

¿Deberían gustarme las fresas?


"... Supongamos que a una persona le gustan las fresas y a otra no; ¿en qué sentido es superior la segunda? No existe ninguna prueba abstracta e impersonal de que las fresas sean buenas ni de que sean malas. Para el que le gustan, son buenas; para el que no le gustan, no lo son. Pero el hombre al que le gustan las fresas tiene un placer que el otro no tiene; en este aspecto, su vida es más agradable y está mejor adaptado al mundo en que ambos deben vivir..." (Extracto de "La conquista de la felicidad" de Bertrand Russell)

No qiero significar con este fragmento que uno deba forzar a que le gusten las fresas para estar mejor adaptado. De hecho no creo que la felicidad vaya en el sentido de negar nuestra propia naturaleza. Opino sin embargo que este fragmento gira en torno a erradicar la subjetividad de nuestros gustos y pensamientos.

La idea de la subjetividad, sobretodo a la hora de decidir aquello que es o no es de nuestro agrado, resulta con frecuencia en una conversación estéril. Esto es, en gran medida, porque no somos capaces de explicar de forma plausible (o convincente para los demás) porqué nos hacen felices aquellas cosas que nos gustan. Construyamos, pues, esta última frase al revés: "Aquello que me gusta me hace feliz (y me hace estar mejor adaptado al mundo que me rodea)".