jueves, 6 de agosto de 2009

Moda


La pauta generalizada entraña un perjuicio innegable para la sociedad. No tenemos más que imaginar lo que sucedería si todo el mundo hiciese lo mismo en el mismo periodo de tiempo. Si la gente se fuera de vacaciones en agosto y nadie trabajase, si decidiesen echarse a la carretera en el mismo momento, etc... La moda genera cierta uniformidad, lo cual pudiera parecer una cualidad deseable, pues todos queremos poder tener las cosas que son accesibles para la mayoría del resto. No obstante la moda también genera “marginación” en la medida en que, verdaderamente, todo el mundo no puede permitirse ni desea siempre hacer lo que los demás hacen. Por otra parte, el ocio y el descanso del que disfrutan el resto de “agraciados” no está exento de atascos en las carreteras, colas en las tiendas y toda sarta de penurias que cualquiera desearía evitar. Pudiera decirse, generalizando, que la moda consigue que quienes no la siguen se sientan desfavorecidos o marginados y quienes la secundan, por otro lado, no queden plenamente satisfechos.

La cuestión que se plantea entonces es pensar si, realmente, hacer (pensar, querer, viajar, vestir,...) distinto a la pauta es una forma de marginarse o de ser menos que los demás. Es decir, ¿se pierde esa “igualdad” (uniformidad) cuando hacemos (pensamos, queremos,...) las cosas de manera distinta? Si usted cree eso verdaderamente, le insto a averiguar a qué parte del dibujo pertenece el siguiente fragmento:

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