viernes, 21 de febrero de 2020

¿Es bueno el amor romántico?


Cuanto más de lejos se percibe mejor. Y es que creo que la aproximación que resulta más plausible sobre este tema es aquella que lo analiza desde la distancia, desde el punto de vista de un naturalista que estudia al ser humano como si de un animal salvaje se tratara, como una bestia que lleva escrito en los genes sus más insondables instintos.

Pues sí, para responder a esta pregunta no recomendaría leer a Jane Austen o a Federico Moccia, les sugeriría sumergirse en “El gen egoísta” de Richard Dawkins pues, como seres vivos que somos, el homo sapiens también lleva impreso en sus genes las conductas que le proporcionan más posibilidades de éxito en la supervivencia, la reproducción y el porvenir de su descendencia. Si no fuera tal el caso, la selección natural se encargaría de extinguirnos por inadaptados.

Puede que quizás, a priori, no lo perciban así pero podemos si quieren mostrar un caso contrario al amor romántico muy particular pero muy ilustrativo y es el hecho de que la mayoría de los seres humanos sentimos un profundo rechazo a mantener relaciones sexuales con nuestros familiares más cercanos consanguíneamente. Aun cuando fuera del sexo contrario mantener relaciones con un padre o una hermana nos provoca una absoluta repugnancia. Este no es un aspecto cultural o educacional y, de hecho, no podemos explicar por qué si nos preguntan pero no lo haríamos, de ninguna manera nos prestaríamos a ello por voluntad propia. Hoy sabemos que la consanguineidad plantea problemas con la descendencia y que las distintas generaciones de individuos fruto de esas relaciones pueden padecer enfermedades congénitas y tener peor porvenir. Siendo así, ¿no es lógico pensar que la descendencia de las poblaciones humanas que son capaces de experimentar ese rechazo será más próspera y que esa debería ser, por tanto, una expresión genética generalizada en nuestra especie?

Llegando al punto que nos ocupa: ¿es posible entonces que el amor romántico sea también un producto de nuestra genética? De ser así ¿ha supuesto el amor romántico una ventaja adaptativa para supervivencia de nuestra especie a lo largo de nuestra historia? Personalmente y aunque resultaría mucho más complejo de explicar, así lo creo. Es no obstante un interesante tema de debate tratar de explicar el por qué…

Estoy de acuerdo en que, a pesar de que estuviéramos programados para sentirlo, otro asunto diferente es la gestión que hacemos de nuestras emociones. Así por ejemplo, está claro que sentir dolor es una ventaja adaptativa muy importante y que proporciona una valiosa información al individuo para la supervivencia, pero no todas las personas gestionan ni afrontan el dolor de la misma manera. Esto también resulta un tema muy interesante de debate…

En el futuro quien sabe si las conductas que tengan más éxito de supervivencia y reproductivo, que maximicen también las oportunidades y el porvenir de la descendencia pasarán por comportarnos sexualmente como los leones aunque, como hombre que soy, espero que nunca lleguen a ser como las de las mantis.  En cualquier caso considero que estar en contra del amor romántico es tanto como atacar el hambre o la sed. Puede que no nos guste sentirlo pero nos proporciona una valiosa información sobre las conductas que podrían reportarnos mayor éxito en la vida aunque, por supuesto y al menos en la especie humana, siempre se termine imponiendo nuestra voluntad.

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