martes, 30 de junio de 2009

Crimen y castigo


La idea que tenemos de justicia varía, en la mayoría de nosotros, dependiendo de si vivimos los hechos en primera o en tercera persona. Es inevitable que el agravio cometido genere en nosotros, en mayor o menor cuantía, ira y odio hacia aquello que lo ha provocado, cuya magnitud depende de muchos factores como por ejemplo el daño causado, a quién, si el autor era consciente o no de ello, etc..

La justicia a la que clama, en la mayor parte de las ocasiones el agraviado, suele poner en su parte de la balanza, no solo el daño causado sino toda esa cantidad de odio generado hacia quien lo ha provocado. Ésto es lo que debe evitar en lo posible la verdadera justicia, porque la verdadera justicia no debe buscar que a quien comete la falta se le inflija un sufrimiento similar al que ha causado, sino que el agravio que ha cometido sea, en la medida de lo posible, reparado.

Es cierto que hay ocasiones en las que es imposible deshacer el mal que se ha hecho, pero incluso en esas circunstancias la idea de la justicia no debe perder su verdadero significado. Puesto que lo que se ha hecho no puede deshacerse, la idea de justicia en este caso parece que sólo puede tender al castigo, a paliar el odio con el padecimiento del que lo ha provocado. Sin embargo los accidentes de tráfico, catástrofes naturales, etc.. dejan huérfana a mucha gente y uno se pregunta si, para ser justo debieran pagar los fabrcantes de coches por no hacerlos mejores o debieramos infligirle al planeta un daño similar al que nos ha enviado. No lo creo, la idea de la justicia va con el gesto de reparar el daño causado, lo que viene después no debe ser entendido como verdadera justicia sino como una forma de evitar que lo que ha ocurrido vuelva a suceder. La pena a que se somete a quien comete una falta debe, pues, estar enfocada a evitar la reincidencia pero, vuelvo a insistir, esto ya no forma parte de la idea (que debieramos tener) de justicia.

Es difícil ponerse en la circunstancia y es más fácil opinar cuando uno está fuera de los hechos. Sin embargo cuando la justicia depende de los agraviados se cortan las manos de la gente que roba, se sentencia a muerte a quien mata y se apedrea a quién es infiel a su pareja. Y uno desde fuera percibe que con estos gestos no se consigue reparar el daño (porque tampoco es lo que se busca con ellos) sino que la "justicia" en este caso sirve a otra causas muy distintas. Pero ante todo debemos plantearnos que si el verdadero problema que tenemos, para poder ser verdaderamente justos, es que no se puede deshacer lo caminado; debemos entender entonces que no sólo tenemos un problema para ser verdaderamente justos, sino que seguramente estamos dirigiendo nuestras vidas de manera irresponsable porque en esta vida pocas cosas tienen vuelta atrás.

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