Vivimos en una sociedad en la que lo negativo tiende a cubrirse con una manta, tiende a suavizarse. Vivimos en una sociedad, en la que la muerte y las desgracias son vistas como algo que no suele ocurrir delante de nuestras narices, sino a muchos kilómetros de distancia u ocurre pero de forma ocasional. No tenemos que matar directamente para llevarnos un chuletón a la boca, pero sin embargo sentimos cierta lástima, e incluso rabia, por la manera en que el león acaba sin remordimientos con la gacela de apenas unos días de vida.
No estamos acostumbrados a la desgracia a pesar de que, en algunos casos, somos causantes indirectos de que ocurra. Vivimos en una burbuja de "bienestar" que nos aleja de esa visión global de la vida con un principio y un final y que, en muchos casos, nos empuja a seguir un planteamiento equivocado.
La muerte es algo que esporádicamente salpica a algunas personas y altera nuestro entorno pero no "demasiado significativamente". Resulta, a muchos ojos, más un proceso azaroso que algo inevitable; la muerte es para muchos una especie de lotería que cuando te toca pues ahí vas. Olvidamos que la conciencia de que nuestro tiempo es limitado, nos empuja a asumir un plan de vida, a economizar el transcurso de los días y a hallar instantes para que tengan cabida el mayor número de cosas posible.
Pero reflexionar en torno a la muerte nos invita, sobretodo, a ser críticos, a tratar de elegir bien desde el principio; pues nadie quisiera ver que llega el final de sus días habiendo vivido de forma equivocada. Involucrarse en la realidad del ser humano es una manera de seguir manteniendo viva esa conciencia de sentir que uno está haciendo las cosas bien. Vivir en la creencia que aun queda mucho tiempo para alcanzar ese momento, no va a impedir que los dias de inconsecuencia pasen en balde, insulsos, sin disfrute y sin futuro. La muerte debe afrontarse en la vida, no como un truncamiento en nuestra existencia sino como el culmen de nuestros actos. Ni un paso atrás en mi carrera, cada día he de aspirar a ser un poco más de lo que ayer era...
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2 comentarios:
Sociedad hedonista,consumista y masa teledirigida.
Tener una consciencia más clara u omnipresente tiene un efecto u otro dependiendo,creo, de muchas crcunstancias - yo soy yo y mi circunstancia :)- hay kien por tenerlo presente saca más provecho y kién es más complanciente u ocioso por ello; a su vez influye si se piensa k esta vida k manejamos y esa muerte de k hablamos es el final de nuestra existencia y conciencia como persona o no; sino es así ¿cuál es la motivación ulterior?.
La sociedad tal como la conocemos influye en esa visión aséptica o borrosa de la muerte, pero también puede ser k hayamos corrido un tupido velo sobre la muerte por verla como un final y tendemos a poner en segundo plano akello k nos aterra y tememos lo k desconocemos; cambia mucho la visión cuando la ves como una separación, transición, paso, cambio...
Un saludo
Me gusta esta reflexión, veo que enfocamos algunos puntos comunes.
Creo que la muerte propia es solamente un problema vista desde un encapsulamiento narcisístico, ya que viéndolo así se vive como si mi vida fuese lo único y que tras llegar a la muerte todo concluye. Como ateo no creo en la vida eterna pero si creo que uno es un fragmento de humanidad que no termina a menos que caiga toda la especie. Uno debiera construir un eslabón más que permita que cierta cadena a la que consideramos válida no se rompa, sentando bases ya iniciadas por otros anteriores y que esto no se detenga. Si bien somos individuos orgánicos también somos sujetos de alguna ideología o de alguna cultura que obviamente está más allá de nosotros mismos.
Un abrazo
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