viernes, 10 de septiembre de 2010
¿Podrá la religión curar nuestros males?
Si alguien me formulase esta misma pregunta y me encontrase en la tesitura de tener que contestarla, sin duda comenzaría con la anécdota del clérigo se asía al campanario de su iglesia durante un diluvio rogando a Dios por un milagro que lo salvara de morir ahogado. Cuando el agua le llegaba por las rodillas llegó la lancha de salvamento pero se negó a subir porque estaba seguro de que Dios obraría el milagro. Con el nivel del agua por la cintura llegó el helicóptero pero lo rechazó porque estaba convencido de que el milagro estaba cerca. Ya con el agua al cuello apareció un tronco pero no subió porque se obcecó en que realmente el milagro era algo inminente. Tras morir ahogado subió al cielo y se encontró con Dios. Allí le recriminó por no haber obrado el milagro que tan fervientemente le había pedido. ¿No te envié una lancha, un helicóptero y hasta un tronco? Le respondió.
El gran problema de las religiones es que, como hemos comentado en otras ocasiones, atribuyen a gestos triviales la consecución de la virtuosidad. Esto es: Alguien que va a misa todos los domingos podría considerarse virtuoso aunque en su vida no haya tenido ni un solo gesto amable hacia sus semejantes. El pastor norteamericano que pretende quemar el Coran, por ejemplo, seguirá siendo considerado un virtuoso por muchos aun a pesar de poner en riesgo la seguridad de otros con su gesto. Es el mismo sinsentido que lleva a un extremista a matar a otros inmolándose, considerando su horrible gesto como algo honroso.
En este instante de la disertación es donde entra en juego la anécdota que les relataba al principio. Y es que ¿cómo se puede pretender que la trivialidad cure nuestros males? ¿No sería necesario que comenzásemos a ver la vida de una forma más sensata?
¿Creemos verdaderamente que cuando se presenta una oportunidad, por pequeña que sea, de salir de esta espiral de violencia y sinsentido, ese es el milagro esperado; o debemos seguir creyendo en la trivialidad como forma de resolver los problemas de nuestro tiempo?. Suena obvio así expresado pero son muchos los que consideran que realmente el clérigo era alguien virtuoso...
Quemar el Coran no va a ayudar en nada a resolver los problemas; inmolarse tampoco. ¿Seremos capaces de aceptar el milagro de haber descubierto estas grandes verdades y soltarnos del campanario antes de que el agua nos llegue al cuello, o nos impedirá nuestra fé en lo trivial actuar de manera sensata?
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