jueves, 25 de septiembre de 2008

A su debido tiempo


Pocas cosas inducen tanta humildad en el hombre como reencontrarse con su pasado. Las distintas etapas de la vida, todo lo que ya hemos sido y no volveremos a ser, dejan en nosotros sensaciones inconfundibles. De niños soñábamos ser mayores; "la vida es un rollo cuando se es pequeño". Conforme todo avanza, cambia nuestra perspectiva y a la vejez añoramos redescubrir las sensaciones de nuestra juventud.

Algunos afirman que la mejor época de la vida transcurre entre los 30 y los 40. Personalmente, no puedo evitar plantearme por qué muchas personas coinciden en esta afirmación. Creo que en esa época de la vida se da en la mayoría de nosotros una coyuntura especial. En esas edades uno justo tiene la edad con la que desea vivir las cosas que vive en ese momento. Ni mayor ni menor, justo esos años. Otro punto de vista es de la responsabilidad. Esas edades "mágicas" son la época de la vida en la que una persona carga con mayor número de responsabilidades. Nos sentimos útiles, existe una fuerte motivación en ese sentido; somos necesarios para otras personas que dependen de nosotros y sobre las que influimos.

Lo que asombra, de todas formas, es que este punto de vista da a entender que fuera de esos periodos la mayoría de la gente cree que se vive de forma menos plena. De niños pues, la mayoría desearía que el tiempo avanzase rápido hacia ese destino y ya pasado comienzaría el declive y uno viviría constamtemente mirando atrás con melancolia. Personalmente, no creo que la vida deba percibirse desde esa perspectiva.

La falta de plenitud es debida a que asumimos que lo que deseamos vivir no corresponde con la realidad de nuestras circunstancias. Esto ocurriría, por ejemplo, si de niños deseásemos ser mayores. La corrección por tanto parece sencilla: "educar en la temporalidad". Todo tiene su tiempo y cuando uno es niño no debe desear ser mayor, debe de ser curioso, travieso, impulsivo y debe de hacerlo, porque si no lo hace cuando le corresponde estará imcompleto y deseará haberlo hecho. Esta educación en la temporalidad se traspasa a todas las edades de la vida y nos enseña a asumir nuestras circunstancias y vivir las cosas que corresponden a nuestro tiempo con la total plenitud que exige, ser niño, adolescente, joven, etc..

Todo, insisto, tiene su tiempo y tratar de adelantarlo o postergarlo no nos va a hacer más felices; por el contrario nos va a robar preciosas épocas de nuestras vidas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Emocional o racional



Todo el mundo está de acuerdo en que un planteamineto radicalmente posicionado hacia una determinada tendencia no es el más saludable. La cuestión, por tanto, no es discutir si debiesemos ser siempre movidos bien por nuestra razón o bien por nuestras emociones. La verdadera cuestión es: ¿que relación debiera de haber entre ambas?

Hay momentos en los que la emocionalidad fluye de forma natural y sana. Si un domingo por ejemplo el cuerpo nos pide dormir más, ¿por qué no hacerlo?. Uno descansa y se siente reconfortado porque ha hecho justo lo que deseaba. Si por el contrario esta misma circunstancia se presentara un lunes, en el que hay que ir a trabajar, la cosa cambia. En este caso la mayoría de la gente se guiaría de forma racional; venceria el deseo de permanecer en la cama y se levantaría para hacer su trabajo.

Estos casos, que están verdaderamente claros, plantean un equilibrio entre ambos criterios pero dejan una cosa clara: la emocionalidad solo es lícita cuando uno puede permitirse dejarse llevar por ella. Este planteamiento es complicado y requiere de mucha fortaleza moral y experiencia porque implica un análisis profundo y control de las emociones. Ante una situación de pánico, por ejemplo, mantener la cabeza serena para tratar de buscar soluciones sería la mejor opción. Querer, por ejemplo, sin mesura a alguien que nos maltrata y nos desprecia resulta un tanto ilógico. También lo es no arriesgarte a lo que la emocionalidad te dicta y la razón no se opone; estas son sin duda autenticas experiencias emocionales.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Mirar atrás (Letra y música)



Hoy he vuelto a ver,
todo grande y ser,
Pequeño...

Vuelve a parecer,
que a mis ojos todo queda lejos.

(estribillo)

Puede que no
sea mejor vivir siempre tejiendo sueños,
si en realidad
quiero llegar a conquistar deseos.

quiero recordar,
todo lo que quise de verdad
y saber quien soy
y que pervive de mis sueños hoy.

Hoy he vuelto a ser,
voz de mi niñez,
Pequeño...

(estribillo)

Puede que no
sea mejor vivir siempre tejiendo sueños,
si en realidad
quiero llegar a conquistar deseos.